No fue un partido de baloncesto más. El despliegue policial, nada habitual, así lo evidenciaba. Llegaron a Málaga más de 80 agentes procedentes de Madrid, pertenecientes a los servicios de escolta del Estado, especializados en vigilar la visita de mandatarios extrángeros; unos 70 agentes antidisturbios, policías de paisano, un helicóptero de la Policía Nacional que vigilaba las inmediaciones del recinto deportivo y, además, una veintena de agentes del Mossad israelí. Más lo que no se pudo ver y no se dice.
El acceso al recinto se hizo de una manera más lenta de lo habitual. Los miembros de seguridad interpuestos por el club registraban cada bolso y cada abrigo bajo la atenta mirada de decenas de policías en los accesos.
A unos cientos de metros, un grupo de más de 50 personas ataviadas con los kufiyas, el pañuelo típico palestino, marcharon desde el centro comercial próximo al pabellón. Fueron a manifestar su protesta ante la masacre de Israel en la Franja de Gaza, pero se encontraron con cordón policial que esperaba a pocos metros del recinto Martín Carpena. La Policía sólo dejó proseguir a las personas que tenían entradas e impidió el paso a las que no las poseían, incluso impidiendo la posibilidad de acercarse a las taquillas a adquirir una entrada.
Los manifestantes retenidos en las inmediaciones del pabellón que llevaban entrada y pudieron acceder se concentraron en una de las esquinas del primer anillo, desde donde siguieron el encuentro de pie mostrando diversas banderas y pañuelos palestinos y entonando diversos cánticos en favor del pueblo palestino y en contra de Israel. Pero siendo en todo momento vigilados. No había una puerta, un recoveco o un acceso a la pista que no estuviese custodiada la Policía Nacional o el Mossad.
A pesar de los impedimentos numerosos malagueños llevaban sus kufiyas al cuello como acto de solidaridad con el sufriente pueblo palestino, los gritos de “Palestina, Palestina,...”, “Israel asesino”, retumbaron en el salón como golpes de razón que hacían temblar los comientos del edificio. Numerosas pancartas reivindicaban simplemente “Paz” , otros manifestantes del público mostraban cartulinas con la bandera palestina y una pancarta escrita en inglés, para que también los jugadores del Maccabi conocieran el malestar del pueblo de Málaga decía: “Israel, sois los nuevos nazis y los nuevos terroristas” y otra pancarta colgada en la grada denunciaba: “Gaza, 300 niños muertos, 600 civiles muertos. PAZ”.
Si bien el partido comenzó sin que la empresa tuviera la “decencia” de tener en cuenta la petición de Cristina Ruiz Cortina, presidenta de la Asociación Al-Quds de Málaga, para que se guardara un minuto de silencio por las víctimas de la agresión del ejército israelí en Gaza, finalmente el partido acabó con una derrota aplastante del equipo de Tel Aviv, tanto en la cancha de juego, por un aplastante 69 a 92 para el Unicaja, como en la voluntad de compromiso de un pueblo, el malagueño, que les exige Paz, y solamente Paz.
El acceso al recinto se hizo de una manera más lenta de lo habitual. Los miembros de seguridad interpuestos por el club registraban cada bolso y cada abrigo bajo la atenta mirada de decenas de policías en los accesos.
A unos cientos de metros, un grupo de más de 50 personas ataviadas con los kufiyas, el pañuelo típico palestino, marcharon desde el centro comercial próximo al pabellón. Fueron a manifestar su protesta ante la masacre de Israel en la Franja de Gaza, pero se encontraron con cordón policial que esperaba a pocos metros del recinto Martín Carpena. La Policía sólo dejó proseguir a las personas que tenían entradas e impidió el paso a las que no las poseían, incluso impidiendo la posibilidad de acercarse a las taquillas a adquirir una entrada.
Los manifestantes retenidos en las inmediaciones del pabellón que llevaban entrada y pudieron acceder se concentraron en una de las esquinas del primer anillo, desde donde siguieron el encuentro de pie mostrando diversas banderas y pañuelos palestinos y entonando diversos cánticos en favor del pueblo palestino y en contra de Israel. Pero siendo en todo momento vigilados. No había una puerta, un recoveco o un acceso a la pista que no estuviese custodiada la Policía Nacional o el Mossad.
A pesar de los impedimentos numerosos malagueños llevaban sus kufiyas al cuello como acto de solidaridad con el sufriente pueblo palestino, los gritos de “Palestina, Palestina,...”, “Israel asesino”, retumbaron en el salón como golpes de razón que hacían temblar los comientos del edificio. Numerosas pancartas reivindicaban simplemente “Paz” , otros manifestantes del público mostraban cartulinas con la bandera palestina y una pancarta escrita en inglés, para que también los jugadores del Maccabi conocieran el malestar del pueblo de Málaga decía: “Israel, sois los nuevos nazis y los nuevos terroristas” y otra pancarta colgada en la grada denunciaba: “Gaza, 300 niños muertos, 600 civiles muertos. PAZ”.
Si bien el partido comenzó sin que la empresa tuviera la “decencia” de tener en cuenta la petición de Cristina Ruiz Cortina, presidenta de la Asociación Al-Quds de Málaga, para que se guardara un minuto de silencio por las víctimas de la agresión del ejército israelí en Gaza, finalmente el partido acabó con una derrota aplastante del equipo de Tel Aviv, tanto en la cancha de juego, por un aplastante 69 a 92 para el Unicaja, como en la voluntad de compromiso de un pueblo, el malagueño, que les exige Paz, y solamente Paz.
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